domingo, 20 de marzo de 2011

doce y diez.

Yo no escojí enamorarme de ti, pero la primera vez que te besé, nuestros dientes se rozaron por una milésima de segundo, y fué increible, y la hora exacta de ese beso eran las doce y diez, y quité la pila del reloj para que se quedase la hora detenida para siempre, parada, el minuto exacto en que me besaste está metido en un reloj, para siempre, y ya nunca sé que hora es pero meda igual, y desde entonces miro constantemente el reloj.
¿Sabes lo que me gustaría? Estar contigo tumbado sobre la hierva, mirando la luna esa naranaja que hay esas noche de verano y que empezará a nevar...
¿ Y tú? ¿Por qué te enamoraste de mi?

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